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El Partido bolvechique de vladimir lenin es un ejemplo de partido voraz

EL PARTIDO VORAZ

¿Qué tipo de partido necesita el Perú para afrontar la lucha contra la corrupción y la recuperación del Estado para ponerlo al servicio de la ciudadanía y el desarrollo de la sociedad?

El Perú necesita de partidos voraces, uno de izquierda democrática y otro de derecha institucional, pero con el denominador común de que sus militantes compartan la utopía de querer hacer patria y construir una nación que recupere las instituciones democráticas del Estado para ponerlas al servicio de los ciudadanos

Daniel Parodi Revoredo

Publicado: hace 58 minutos

Voy a pasar por alto la discusión relativa a si nuestros partidos políticos son tales o si son vientres de alquiler, clubes que se activan en tiempos electorales u otros, prefiero plasmar el común denominador de que todos o casi todos son partidos clientelistas. Esto quiere decir que los miembros guardan hacia el partido o movimiento regional/distrital un nivel muy bajo de lealtad, la que esta casi siempre condicionada a una prebenda, al acceso a los recursos del Estado, o, sucintamente, a obtener algo a cambio de formar parte de su maquinaria y activarla.

app de acuña, modelo de partido clientelista. la consigna es "plata como cancha"

De hecho, no creo exagerar si adelanto que una cifra cercana al 100% de ciudadanos peruanos que militan en los partidos políticos -actualmente más de 40- o que forman parte de su maquinaria, o periferia, lo hace en virtud de lo recién planteado: la compensación a obtener de llegar al poder a nivel nacional, regional, provincial o distrital. La expectativa de trabajar en el sector público, luego de alcanzar el poder el partido en el que se milita no es punible per se, se trata también de eso, pero en la medida que la formación profesional del militante lo amerite y que virtudes cívicas como la del servicio público o la persecución de una alta utopía ideológica señalen el camino y las metas del futuro funcionario.

El Partido Bolchevique y el APRA histórica: dos partidos voraces

Según Lewis Coser, son instituciones voraces las que exigen la máxima entrega de los miembros, para nuestro caso los militantes partidarios. En tal sentido, la defensa del partido y la aplicación estricta y disciplinada de sus consignas se superpone a cualquier otra consideración o aspecto de la vida del militante, lo que incluye la vida laboral y la vida familiar. El militante del partido voraz se da íntegro, de vida y de alma a su partido, es creyente fervoroso, no hesita, ni duda y acepta sin rechistar las directivas que emanan de la alta dirección de la organización. Finalmente, los partidos voraces, conforme a las tesis de Osmar Gonzáles, suelen colocar en su ápice a un líder carismático quien tiene la última palabra en las decisiones de la institución. Este líder puede o no presentar características mesiánicas pero, al final de cuentas, encarna y personaliza a todos el movimiento.

Para el referido Osmar Gonzáles, el Partido Bolchevique fue una institución voraz, de crearlo así se preocuparon Lenin, Trotsky y la primera línea de sus líderes. Este fue un partido cuya finalidad era la revolución socialista en Rusia, se organizó, además de su alta jerarquía, a partir de sus comités y vanguardias, altamente preparadas y seguras de que eran las encargadas de realizar el trabajo de campo y convencer o dirigir a las multitudes cuando se presentase el momento crítico o revolucionario, como solía llamarlo Vladimir Lenin.

El APRA histórica no quiso ser menos que el Partido Bolchevique. Haya de la Torre se inspiró mucho en Lenin. También lucubró, en sus orígenes un partido de cuadros formados y fervorosos que pudiesen llevar a las masas a la toma del poder. Esta es la etapa internacional del APRA, que se extiende entre 1924 y 1930.

El Partido Aprista Peruano, fundado un 7 de septiembre de 1930 fue bien diferente al APRA que creó Haya unos años atrás. En primer lugar, se pensó como un partido de masas pero recogió del planteamiento anterior la idea del partido-frente: Esto es: una cúpula jerárquica, una elite de cuadros muy bien preparados y devotos extendidos a nivel nacional y una gran masas de militantes fervorosos agrupados en bases instituidas prácticamente en todos o casi todos los distritos del país.

historiador osmar gonzáles interpreta al apra histórica como un partido voraz, coincidimos con la interpretación.

En el Partido Aprista Peruano se confundían un ideario propio y antimperialista, bastante desarrollado, con la imagen del líder carismático, la que fue creciendo y engarzándose en el sentimiento de la militancia conforme más arreciaba la persecución oligárquica contra él y su partido, la que se prolongó por décadas.

En resumidas cuentas, puede decirse que el PAP fue un partido democrático por la manera como enfrentó a sucesivas dictaduras para abrir un espacio a la irrestricta vigencia del orden constitucional en el Perú. Al mismo, tiempo, en el plano interior, el PAP fue una organización absolutamente voraz que exigía la también absoluta y devota entrega de sus miembros desde un sistema jerárquico en el que el Jefe Haya de la Torre ocupaba la posición más alta seguido, en la institucionalidad del partido, por la Comisión Política que ocupaban los miembros más destacados de la generación fundadora y de la sucesiva como lo fueron Luis Heysen, Ramiro Prialé, Luis Alberto Sánchez, luego Andrés Townsend y Armando Villanueva.

La situación descrita explica la supervivencia del partido a algunas alianzas radicales y muy sentidas por la militancia como la superconvivencia con Odría (1963-1967) o en endose total de su voto militante a Manuel Prado en 1956, aunque las juventudes parecían simpatizar más con la emergente figura reformista de Fernando Belaúnde Terry.

¿El Perú contemporáneo necesita partidos voraces?

Para comenzar, el Perú no tiene partidos de militantes en el sentido más moderno del concepto. En otras palabras: miembros inscritos que coinciden con el ideario de la organización, con su visión de país y que se inscriben pues quieren seguir esos ideales desde dentro de la organización. Esto no quita, habría que ser ingenuo, la posibilidad de que muchos de ellos quieran realizar sus carreras políticas al interior del partido, lo cual siempre ha sido y parece absolutamente legítimo.

En todo caso, con lo que hoy contamos es con partidos de afiliados eventuales sin ningún compromiso con la organización de la que forman parte salvo por el interés de beneficiarse de las prebendas -licitas o ilícitas- que podría obtenerse del Estado. A este nivel, nos hemos quedado en el caudillismo patrimonialista del que nos hablan con tanta claridad Cristóbal Alvojin y Carmen Mc Evoy refiriendo la formación de una pseudo cultura política peruana republicana en los albores de la república.

Por otro lado, no encuentro que contemos con una conciencia cívica y de ciudadanía lo suficientemente extendida como pensar en partidos modernos como el Partido Demócrata de USA, o la izquierda chilena. Esta última se ha dado el lujo de ofrecernos nada menos que cinco presidentes distintos en los últimos 35 años lo que demuestra que su ciudadanía no necesita de ningún caudillo carismático, ni de ningún partido voraz para votar cada 4 años por una cosmovisión del mundo y un modelo de sociedad, y lo mismo sucede a su derecha.

El Perú cuenta con indignados, con muchos indignados que observan, entre furiosos y resignados, la farra indiscriminada del tesoro público por parte de una clase política muy corrupta, coludida y lobista de los intereses económicos más abyectos y contrarios al beneficio de las mayorías. Estos lobbies en unos casos son legales, pero en otros definitivamente no lo son. Por lo dicho, es que creo que El Perú necesita de partidos voraces, uno de izquierda democrática y otro de derecha institucional, pero con el denominador común de que sus militantes compartan la utopía de querer hacer patria y construir una nación que recupere las instituciones democráticas del Estado para ponerlas al servicio de los ciudadanos.

No nos ilusionemos: un partido con 100 o máximo 200 cuadros bien formados, convencidos y fervorosos militantes es lo máximo a lo que podemos aspirar en el Perú en el corto plazo. Pero necesitamos que sean utópicos de la nación, del rescate de la república y sus instituciones.

De la misma manera, un partido voraz del siglo XXI se manejará mucho desde la internet y desde las redes sociales. La mitad de los cuadros referidos deben ser jóvenes que libren la batalla ideológica nacional y republicana en las redes, y que lo hagan ellos mismos, como un deber y una misión, apabullando bots y troles vaciados de cualquier contenido doctrinal y que inundan nuestras redes de contenidos vacuos e irrelevantes. Una nueva forma de hacer política, una nueva cultura política debe necesariamente insertarse en las redes sociales.

Luego la intelligentzia del partido requiere, para comenzar, de otros 100 o 200 cuadros profesiones que. lejos de aspirar llegar al Estado para beneficiarse de cargos, argollas y consultorías, estén dispuestos a librar la batalla por el rescate de la república y de la nación.

Esta segunda línea en la jerarquía del partido es fundamental porque, además, se ocupará de las capacitaciones de los miles de militantes de las bases, ora dotándolas de un ideario y plan mínimos, ora rescatando para la referida intelligentzia a los cuadros más destacados.

No he querido decir que la democracia peruana del siglo XXI solo puede aspirar a un partido voraz. Lo que he señalado es que el salvataje y rescate del Estado peruano de las manos de las mafias pasa por dos partidos voraces de centro izquierda y centro derecha democráticas. Sus procedimientos no parecerán muy democráticos, pero la misma democrática, la representativa, se basa en la delegación. Luego se trata del principio para después evolucionar a formas políticas más cívicas, modernas y ciudadanas.

Referencias bibliográficas:

Aljovín, C. (2005). Votos y bayonetas: Perú 1825-1851. Revista Elecciones, (5).

Coser, L. A. (1978). Las instituciones voraces. Visión general. Fondo de Cultura Económica.

Gonzales Alvarado, O. (2025). Víctor Raúl Haya de la Torre, el comunista. El APRA en sus años iniciales. Tradición, Segunda época, 25(1), 17 - 46. https://doi.org/10.31381/tradicion.v25i1.7664

Mc Evoy, C. (1996). El legado castillista. Histórica, 20(2), 211–241. https://doi.org/10.18800/historica.199602.002

Parodi Revoredo, D. (2022). Lima no respondía. El fracaso del plan insurreccional planteado en México explicado en carta de Víctor Raúl Haya de la Torre a Wilfredo Rozas, fechada el 22 de septiembre de 1929. Investigaciones Históricas, época moderna y contemporánea, (42), 1019-1048. https://doi.org/10.24197/ihemc.42.2022.1019-1048

https://revistas.uva.es/index.php/invehisto/es/article/view/6914


Escrito por

Daniel Parodi Revoredo

Doctor en Historia por la U. de Valladolid, Máster en Humanidades por la U. Carlos III de Madrid, analista nacional e internacional.


Publicado en

Palabras Esdrújulas

PALABRAS ESDRUJULAS por Daniel Parodi