1. Aunque José Jerí llegó a la presidencia por sucesión constitucional, su ascenso ha estado marcado por una fuerte desconfianza social. ¿Hasta qué punto la legalidad de su mandato puede sostenerse sin legitimidad pública? ¿Qué peso tiene hoy la legitimidad política frente a la formalidad institucional en Perú?

El año 2000 Manuel Merino entró al poder de forma similar a José Jerí, luego de la vacancia de Martín Vizcarra. Hubo protestas y cayeron dos estudiantes -Inti y Bryan- víctimas de la represión policial. El gobierno tuvo que renunciar y se formó el de Francisco Sagasti, considerado legítimo por las mayorías nacionales.

El año 2022, Dina Boluarte asumió el poder del mismo modo. Hubo protestas tras su designación y la represión policial-militar de las protestas dejó un saldo luctuoso de 50 víctimas mortales. Fuerzas policiales y militares dispararon a la cabeza, pero el gobierno de Boluarte no cayó, se mantuvo sostenido por un pacto de fuerzas congresales conservadoras.

Entonces hoy rige el segundo escenario: un gobierno legal pero ilegítimo es capaz de mantenerse en el poder a través del uso y abuso de la fuerza coercitiva del Estado que el día miércoles se ha cobrado la vida del ciudadano Eduardo Ruiz Sanz. Esta es la actual correlación de fuerzas y quienes aspiran a recuperar las instituciones del país para ponerlas al servicio de su democracia y de la ciudadanía, deben primero revertir el actual estado de cosas. Esto es precisamente lo que está en juego en el Perú.

2. En un sistema tan fragmentado, ¿qué margen real tiene Jerí para construir alianzas parlamentarias estables que le permitan gobernar? ¿Podría el Congreso, que lo llevó al poder, convertirse también en el factor que precipite su salida?

Sí lo tiene, porque lo apoya la amplia mayoría de congresistas que forma parte del llamado “pacto”, que es el mismo que sostuvo a Dina Boluarte en el poder a cambio de que el país se gobierne desde el Hemiciclo. Por eso se ha dicho que la expresidenta fue un “títere” del Congreso. Solo así se entiende el antipopular paquete de leyes denominadas pro-crimen, aprobadas por el Congreso y rubricadas por la exPresidenta, que le restan harta capacidad de acción al Ministerio Público para combatir al crimen organizado.

Pues bien, esta mayoría parlamentaria intentará sostener a José Jerí para consolidar y mantener el control de las instituciones electorales durante el próximo proceso eleccionario y la transición democrática de 2026. Luego, si mañana resultara que Jerí ya no le resulta útil al “pacto parlamentario” lo vacarán de inmediato. Tan sencillo como eso.

3. Las protestas juveniles se han convertido en una constante en la política peruana. ¿Qué diferencia a estas movilizaciones del ciclo de 2022–2023, y qué capacidad real tienen de erosionar la gobernabilidad de Jerí en tan corto plazo?

Quienes han tomado el liderazgo de las protestas son los jóvenes de la Generación Z que se emparenta con movimientos análogos que han tenido lugar en otras latitudes. La bandera de One Pierce está flameando fuerte en el Perú, como lo hizo hace unas semanas en Marruecos y Nepal, y ya conocemos el desenlace. La viralización global de estos levantamientos juveniles de protesta contra el orden establecido podría levantar multitudes indignadas y obligar a nuestra clase política a ofrecerle al país una transición democrática transparente. Depende del volumen, de la persistencia, de los factores en juego.

4. El archivo de la denuncia por violación no necesariamente ha cerrado el debate público. ¿Cómo influye la dimensión judicial —y sobre todo moral— de este caso en la percepción de legitimidad de Jerí? ¿Podría una reapertura o un fallo adverso alterar la estabilidad del gobierno?

Hablemos de la repercusión. Respecto de la denuncia por violación contra José Jerí, archivada por el Fiscal Supremo Tomás Aladino Gálvez, adepto al “pacto congresal”, el movimiento feminista ha cobrado protagonismo, con el apoyo de las grandes mayorías nacionales. El caso de Jerí parece ser uno de encubrimiento por parte de las autoridades judiciales y en el Perú nadie quiere un Presidente con estos antecedentes.

5. El presidente ha intentado construir autoridad a partir de una agenda de orden y mano dura, especialmente con sus visitas a cárceles. ¿Hasta qué punto este tipo de gestos pueden sustituir un proyecto político sólido o, por el contrario, evidencian su fragilidad?

La fragilidad de José Jerí no necesita actos públicos para evidenciarse. Su permanencia en el cargo depende del “pacto congresal” que es el que realmente gobierna el país desde que asumió Dina Boluarte. El “pacto” necesita de alguien al frente del Poder Ejecutivo durante la transición democrática. Por eso apoyarán a Jerí y buscarán no ceder a la posibilidad de establecer un gobierno de transición encabezado por personalidades probas y transparentes, que es lo que exige la oposición política.

6. Perú ha atravesado una sucesión de gobiernos interinos y crisis de representación. ¿El caso Jerí refleja una anomalía más o la consolidación de un modelo de poder transitorio donde la presidencia pierde peso político y la gobernabilidad se define en otros espacios?

Esa es una gran pregunta, para un ensayo de ciencia política. Cuando persisten por mucho tiempo, las anomalías pueden convertirse en el sistema. En el Perú no tenemos clase política, ni partidos políticos dignos de llamarse tal, salvo honrosas excepciones recién aparecidas. Entonces lo que prevalece es el gobierno de la mayoría congresal que los últimos diez años ha contado con los votos suficientes para vacar presidentes, y ha convertido la figura de la vacancia en un recurso muy útil a sus propios intereses.

A la vacancia ya no hace falta justificarla, ya no es aquel último y excepcional recurso. Si el presidente no me sirve, o no se me somete, pues entonces lo vaco pues cuento con los votos, no hace falta más. Y esta es la nueva normalidad que explica la retahíla de Jefes de Estado que ha tenido el Perú en tan poco tiempo.

En tal sentido, la meta es recuperar la política, introducir en el Congreso una mayoría clara en favor de volver a institucionalizar al país para reinstaurar la plena vigencia del orden constitucional democrático, con los poderes y organismos del Estado independientes unos de otros, funcionando a favor del ciudadano y del bien común. Como puedes ver, no es un asunto de derechas e izquierdas, es un asunto de democracia.

7. Con las tensiones judiciales, sociales y parlamentarias que enfrenta, ¿qué escenario considera más probable: que Jerí logre llegar formalmente a julio de 2026, que el Congreso fuerce un relevo antes, o que surja una salida excepcional que reconfigure el tablero?

Los sucesos ocurridos el miércoles han sido luctuosos se ha perdido la vida de un joven peruano que manifestaba su opinión contraria al pacto congresal que nos gobierna. Ese joven no tenía que morir y queda como un mártir más de la democracia que este gobierno le deja al país como saldo de su triste gestión.

La pregunta queda abierta pues la manifestación de ayer fue la más grande en años y superó las 30,000 personas. Si se repiten estas marchas y aumentan en intensidad es posible que el gobierno de José Jerí se tambalee y pasemos a otro más consensual a todas las partes que dirija la transición democrática. Si no se repiten más manifestaciones cómo las de ayer me temo que el pacto congresal, utilizando como su peón a Jerí, dirigirá una transición turbia sin mínimas garantías de un proceso electoral justo y democrático que es el que se merece la ciudadanía peruana.

* Esta entrevista se la respondimos a Hugo Caro, periodista del diario El Espectador de Bogotá, y se publicó parcialmente en dicho medio el pasado jueves 16 de octubre. Aquí la reproducimos completa para Lamula.pe