Alianzas de bolsillo
“Resulta encomiable el caso de Ahora Nación, del ex rector de la UNI Alfonso López Chau, de los pocos partidos nuevos que pugna por convertirse en tal, cuyas bases provincianas funcionan y manifiestan identidad partidaria, nada mal para mediados de la tercera década del siglo XXI en el Perú”
Se ha venido discutiendo mucho las alianzas electorales ahora que está por vencerse el plazo para inscribirlas ante el JNE y dado que son más de 40 los partidos políticos inscritos y se teme un nuevo escenario de dispersión del voto y de la representación parlamentaria, la que promueve colusiones abyectas como las que hemos podido contemplar en los últimos años.
Sin embargo, una mirada más desde cerca podría ofrecernos un panorama distinto. Debido a la reforma política promovida por el expresidente Martín Vizcarra en 2020 se inscribió partidos políticos bajo el requisito de presentar 25.000 afiliaciones en lugar de las casi 700.000 firmas que se requería anteriormente. La idea no estaba mal: se trataba de propiciar que los ciudadanos que buscasen participar en la política encontrasen requisitos accesibles para hacerlo; por ejemplo, también debían conformar bases electorales en al menos un tercio de las provincias del país.
Pero el Perú es el país de la sacada de vuelta a la ley más descarada, obscena y antigua. Esta es nuestra tradición histórico-cultural más arraigada desde tiempos coloniales cuando regía la consigna “la ley se acata pero no se cumple” y claro, Su Majestad, estaba muy lejos, cruzando el charco, y no había forma de que sus reales cédulas se aplicasen en el Perú. De allí la corrupción, la vieja costumbre de ver al Estado como un arca abierta, así como la posibilidad de enriquecimiento rápido e ilícito.
Pero volvamos a los partidos. La mayoría de las nuevas agrupaciones vientres de alquiler. Sus bases provinciales se crearon circunstancialmente, para cumplir el requisito, luego ninguna funciona, ni existen, sus adherentes no son tales, les dieron un juguito, una canchita, una gaseosa o un táper para firmar y ya está. Lo del baile de las fábricas de firmas se pasó al padrón de adherentes. Así somos pues, llevamos la informalidad, y de la mala, en la sangre. Y esas franquicias van buscando a los partidos más o menos constituidos, más o menos serios para ver si les cuelgan y así se ganan alguito.
En medio de todo esto, resulta encomiable el caso de Ahora Nación, del exrector de la UNI Alfonso López Chau, de los pocos partidos nuevos que pugna por convertirse en tal, cuyas bases provincianas funcionan y manifiestan identidad partidaria, nada mal para mediados de la tercera década del siglo XXI en el Perú.
Pero cuidado, que hay demasiado camarón pululando por la orilla del río, y en el Perú cuando un camarón ve que otro se destaca le jala la pata para evitar que tenga éxito. No hay que tener miedo de andar solo en el fango de la política peruana, sin pesadas mochilas es más fácil llegar a la orilla, y llegar a Palacio con la expectativa de una mejor administración del Estado. Los peruanos lo agradeceremos.