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LA corrupción en el Perú precede a la República 

Joaquín de Cualesquiera

Weber tuvo razón, aquí primó la cultura del ocio, del no trabajar, de servirse y no servir, ¿si no para qué está el Estado?

Publicado: 2022-06-01

Caquistocracia se titula la magnífica columna de Patricia Del Río en la que advierte que tocamos irremediablemente fondo; que, tras caer y caer, no hay nada más en el abismo, salvo que mañana nos termine gobernando una manada de zombis.

Pero Joaquín de Cualesquiera no se imaginó ni a Pedro Castillo de Gobernador destas tierras, ni a los zombis repartiéndose encomiendas repletas de indios tributarios, ni mucho menos el dramático capítulo final de Better Coll Soul en Netflix. En lo que sí coincidió con lo de Castillo, lo de Toledo y lo de Fujimori, es que quería harta plata. Vamos, ¡que no cruzó el charco de puro cachondeo!

En Madrid, a mediados del XVIII, Carlos III de Borbón, y su prominente nariz, estaban histéricos, se pasaban las horas refunfuñando sobre el destino de la plata americana ¿a dónde iría? se preguntaban. La respuesta era obvia y no tardaron en descubrirla: a ninguna parte, se la ha quedado Joaquín de Cualesquiera y toda su prole de corruptísimos funcionarios, y los descendientes de esos corruptísimos funcionarios, ¡y doscientos años después siguen en las mismas! ¡pardiez!

Y entonces su Majestad muy enojado sacó a todos los criollos de los cargos públicos, por corruptos obviamente, y los reemplazó por españoles que, vamos, algo mejoraron las cosas, pero no la inercia de una sociedad pensada para enriquecer a los pobres de España, y a sus descendientes.

Es el magma de Castoriadis, es la savia de lo que somos. Claro, también somos antipatiquísimos con nuestra comida. Si a la pobre periodista gringa que criticó el ají de gallina la cancelamos en TW ¿acaso tenía que gustarle? ¿acaso a Iván Thays no puede producirle gases el caucau? Bueno, no es que de doscientos años de vida independiente hayamos pasado mucho tiempo bajo el manto democrático, no tendría que ser distinto con el ceviche, el lomo saltado, o el arroz con pato, chiclayano, por si acaso, no se me vayan a molestar por casa.

Pero entendámoslo, Joaquín de Cualesquiera vino al Perú a salir de misio, como casi todos los demás, salvo Fray Bartolomé las Casas y uno que otro misionero más. Weber tuvo razón, aquí primó la cultura del ocio, del no trabajar, de servirse y no servir, ¿sino para qué está el Estado?

Y el mayor de los dramas es que tras la Independencia nadie cortó la tradición, quizá por eso, porque ya era tradición y tenía trecientos años de arraigo. Patricia, somos Caquistocracia más tiempo que República, imagínate. Del XIX ni hablemos, fue el régimen colonial corregido y aumentado, el mundo andino la pasó peor con el gamonalismo, pero nunca le pediremos disculpas ¿no?

En el XX salió Haya de la Torre hablando de revolución, el ejército y la oligarquía lo pusieron como treinta años bajo la tierra, como la cigarra de María Elena Walsh y cuando vio el sol de nuevo no habló más de revolución. Velasco es fascinante, el sí hizo una revolución estructural, pero la tradición encontró la manera de volver a colocar todo en su lugar. Incluso como antes que el APRA, AP, la izquierda y todos los demás. Sin partidos, con redes de corruptelas, como en el XIX, como con los virreyes, Caquistocracia nomás Patricia, Caquistocracia nomás. Caquistocracia como siempre.


Escrito por

Daniel Parodi Revoredo

Máster en Humanidades por la Universidad Carlos III de Madrid, Historiador Docente en U. de Lima y PUCP. Opiniones personales


Publicado en

Palabras Esdrújulas

PALABRAS ESDRUJULAS por Daniel Parodi