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Julio Guzmán  y  Francisco Sagasti: Fuente elnacional.pe 

EL APORTE MORADO

"Julio Guzmán le mostró al Perú la enorme diferencia que separa a un líder moderno y republicano de tanto caudillo pseudo-mesiánico que ha pululado por nuestra historia"

Publicado: 2020-11-19


EL APORTE MORADO

Hace poco más de un año, en marzo de 2019 el Partido Morado logró su inscripción formal ante el JNE salvando los requisitos más extraordinarios del mundo, entre los cuáles se destacaba recabar 733.000 firmas válidas; es decir, bastante más de dos millones de firmas, si consideramos aquellas que, por diversas razones se impugnan. En suma, el 5% de las firmas de los ciudadanos de un país que supera los 30 millones de habitantes y casi el 10% de los que cuentan con edad para sufragar.

En dicho artículo sostuve que “el pan bajo el brazo que trae el niño no es otro más que el de ya ser el partido político más organizado del Perú, superando a todos los que existen” y el panorama pre-electoral de 2021 así lo demuestra. De las 23 fuerzas que compiten, el único partido con bases funcionando a nivel regional, provincial y distrital por todo el país, que forma cuadros en los rigores de la gestión pública, y de acuerdo con un corpus ideológico -el republicanismo morado- para que ejerzan de autoridades con la finalidad de servir, y no de enriquecerse a costas del erario público, es el Morado.

Todos los demás, o son franquicias electorales, desde la inefable UPP que se remonta a 1995, o son partidos tradicionales que, alguna vez funcionaron como tales, pero que hoy han adoptado, sin mayores remordimientos, la praxis política de dichas franquicias. Es decir, son organizaciones clientelistas que aspiran a copar el Estado para repartir sus prebendas entre sus allegados. Solo las izquierdas cuentan con líderes y cuadros que también responden a preceptos y principios ideológicos, pero cuyas organizaciones políticas se han quedado en la más absoluta pre-modernidad. El Frente Amplio de Marco Arana, lo demuestra claramente.

El liderazgo republicano de Julio Guzmán

En los luctuosos sucesos por los que atravesó el Perú desde la malhadada tarde del lunes 9 de noviembre, Julio Guzmán le mostró al Perú la enorme diferencia que separa a un líder moderno y republicano de tanto caudillo pseudo-mesiánico que ha pululado por nuestra historia. Debe quedar meridianamente claro que las grandes marchas ciudadanas que se iniciaron poco después de que se produjese la vacancia del ex-presidente Martín Vizcarra, no son las marchas de Julio Guzmán, sino de la ciudadanía auto-convocada que le dio al Perú, principalmente a través de la juventud, una inolvidable muestra de civismo y espíritu democrático. Pero también debe quedar meridianamente claro que Guzmán no fue, como mezquinamente se ha dicho, un oportunista que se subió a la ola a última hora.

Basta seguir la cronología de las noticias, para poder observar que minutos después de producida la vacancia presidencial, Julio Guzmán ya se ubicaba en la plaza San Martín, protestando por lo que consideraba una interrupción del orden constitucional y una usurpación, y así continuó durante “la dictadura de los seis días” de Manuel Merino, a veces desde la capital, y otras desde el interior del país, como fue el caso de Trujillo, importante ciudad del norte del Perú.

El liderazgo republicano de Julio Guzmán se completó a la hora del cabildeo para elegir la nueva mesa directiva, y allí también pudo comprobarse como la coalición vacadora y sus voceros mediáticos arreciaron en contra del líder morado. Recuerdo especialmente al conductor de un programa televiso dominical, que sin ningún empacho afirmó que si Francisco Sagasti no encabezó la lista de consenso para presidir la nueva MD del Congreso fue porque Guzmán no quería perjudicar su plancha presidencial, de la que Sagasti formaba parte.

Nada más alejado de la verdad. Francisco Sagasti y Gino Costa fueron propuestos desde el primer momento, solo que el resto de bancadas congresales, las mismas que ocasionaron la crisis que se llevó la vida de dos jóvenes peruanos, exigían a cambio que el PM no se presente a las elecciones generales de abril, pues siendo el presidente del mismo partido este podría verse favorecido. ¡Vaya pamplina! Y más si se planteó para favorecer ¿a quién? ¿a APP, Podemos, AP, FP, UPP? ¿Acaso no saben -es posible que en efecto no lo sepan- que ninguna Constitución en el mundo prohíbe que el partido de gobierno -el Partido Morado no lo es en sentido estricto- postule a las siguientes elecciones generales, como lo hizo Javier Alva Orlandini en 1985 por AP y perdió, como lo hizo Luis Alva Castro en 1990 por el PAP y perdió, y cómo acaba de hacerlo Donald Trump, a la sazón candidato-presidente por el Partido Republicano en USA, y también perdió?

En tales circunstancias es que el PM decide apoyar la candidatura de Rocío Silva Santisteban, cuya dignísima actuación merece una mención aparte, del Frente Amplio, pero que votó en contra de la vacancia del ex-Presidente Vizcarra. Finalmente, el Congreso baloteó a Silva Santisteban y esa misma noche Julio Guzmán se presentó en varios medios de prensa a explicar las cosas como habían sido, y anunciar que al día siguiente se lanzaría una lista encabezada por Francisco Sagasti, como se intentó desde un principio, y sin someterse a ningún chantaje de bancadas parlamentarias que carecían de autoridad moral para exigir nada. La lista que surgió la mañana siguiente fue de consenso, las demás bancadas no se atrevieron más a desafiarla, ni a condicionarla, y esa misma tarde fue elegida con Francisco Sagasti a la cabeza, político, profesional y ser humano intachables, quien ya es Presidente de la Nación y ya ha conformado un gabinete de primer nivel para dirigir la difícil transición democrática que se nos viene y que pasa por reestablecer el orden en el caos, generado por políticos que no han estado a la altura de la gran responsabilidad que el país ha depositado en ellos. Sobre Julio Guzmán, debe quedar claro un concepto: en todo momento antepuso los intereses del país a los de su candidatura presidencial, y ha resignado al candidato a la segunda vicepresidencial por su plancha presidencial, por eso reúne las características que esperamos de un líder republicano.

¿Por qué el Partido Morado?

La pre-historia del Partido Morado se genera el 2015, alrededor de la candidatura presidencial de Julio Guzmán a las elecciones de 2016. Entonces el proyecto carecía de partido y postuló a través de Todos por el Perú. El JNE, que hoy sabemos estuvo infiltrado por la mafia de los cuellos blancos, sacó de carrera a Guzmán quien se perfilaba como seguro contendor y posible ganador de la segunda vuelta. Los morados asimilaron el golpe, no tenían partido y decidieron fundar uno. Al momento de inscribirlo, según declaró su dirigente nacional Carlomagno Salcedo, contaba con “el infatigable esfuerzo de miles de ciudadanos que por más de 2 años, en las 25 regiones, formaron las brigadas de recolección de firmas y fundaron 110 comités provinciales para inscribirnos y ahora tienen más de 140 comités” y que hoy son muchos más.

Por eso, para las elecciones congresales de 2019, el Partido Morado se destacó por postular a los mejores cuadros entre toda la oferta política nacional; por eso, durante las sesiones de este condenable congreso, la actuación de su bancada, tanto por la lucidez de sus intervenciones, así como por la coherencia del bloque, se destacaron nítidamente y el país tomo nota de ello; por eso, cuando las calles ardían, Daniel Olivares y Alberto de Belaúnde velaban por la integridad de los jóvenes protestantes; por eso, cuando el gobierno de Manuel Merino se caía a pedazos, y se clamaba por la legitimidad ausente, el país la buscó, y la encontró, en la bancada morada; por eso, solo en un miembro surgido de ella, el pueblo peruano podía depositar de nuevo su soberanía, la que había recuperado, valiente, en las calles (Rousseau dixit).

Para terminar

El Partido Morado es un partido aún pequeño, en proceso de formación, tiene un año y siete meses de inscrito, pero desde que se gestó el proyecto, se trazó por desafío hacer política en serio en el país. Hoy, uno de sus militantes más prestigiados gobierna al Perú, lo que es indicador -para los que quieren ver y oir- de lo que está pidiendo -y a gritos- la nación peruana.

Siempre he pensado que no es que la derecha sea buena, la izquierda mala, el centro regular, o cualquier combinación por el estilo. En un escenario político, puede haber derecha buena o derecha mala, y del mismo modo en los otros dos casos. Al día de hoy, en el Perú, contamos con un importante centro representado por el Partido Morado, liderado por Julio Guzmán; con una izquierda regular, con buenos cuadros, pero poca organicidad y muy dada al divisionismo, que hoy lidera Verónica Mendoza; y con una derecha innombrable.

El Perú cuenta, además, con una juventud constituida en sociedad civil organizada, que quizá, durante el transcurso de esta década, nos sorprenda fundando otros partidos políticos nuevos, que junto con el Morado, doten al país de una partidocracia que esté a la altura de una ciudadanía y una juventud que nos han demostrado largamente su civismo y la altura de sus ideales democráticos. El Partido Morado nos ha señalado el camino. Al final de cuentas, sí había esperanza ad portas del Bicentenario.

Historiador Daniel Parodi Revoredo (@parodirevoredo) 


Escrito por

Daniel Parodi Revoredo

Máster en Humanidades por la Universidad Carlos III de Madrid, Historiador Docente en U. de Lima y PUCP. Opiniones personales


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Palabras Esdrújulas

PALABRAS ESDRUJULAS por Daniel Parodi