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Jóvenes peruanos: fuente  alianza del pacífico 

SUEÑO DE UNA UTOPÍA PERUANA

Y fue así como esos jóvenes convirtieron aquella sesión en una versión peruana de la Utopía de Tomás Moro; en una dimensión alternativa al Perú real, donde no importaba el color, el origen, el distrito, el barrio, el género, ni la orientación sexual

Publicado: 2020-08-13

Muy desde el principio, comprendí que esta experiencia sería distinta a todas las anteriores, lo cual no es muy fácil para un maestro que lleva casi tres décadas en el oficio. Para que esto ocurriese confluyeron varios factores. El primero fue lo que yo llamo la complicidad de la enseñanza on-line, se está más lejos, pero, en el fondo, se está más cerca, es como conversar a media luz, cuando se dicen cosas con más facilidad que cara a cara. El segundo, la temática del curso, pues trata desde Velasco hasta la actualidad, con lo cual la materia viró naturalmente a nuestras vidas cotidianas, que alternaron palmo a palmo con los grandes relatos históricos. El tercero, pero primero en importancia, fue el grupo humano que tuve al otro lado de la pantalla, sabe Dios en qué confines del ciberespacio, donde se me presentó todo el Perú de hoy para encararme, de Cuzco, Huancavelica, Chachapoyas, Iquitos, Trujillo, Juanjuí, San Juan de Lurigancho, Los Olivos, San Miguel, La Molina, Miraflores y un largo etc., y al que intenté ofrecerle un espacio de confianza en el que todos y todas pudiesen sentirse sencillamente jóvenes peruanos con muchas ganas de conocerse y contarse sus experiencias, sin importar ese tan clasista -y clasista en todas las direcciones- “en qué distrito vives” que suele preguntarse no para conocer sino para categorizar.  

La experiencia fue un éxito al punto que me vi como el director de una orquesta que apenas orientaba a unos músicos que en el camino iban creando su propia sinfonía. Ocurrió desde la selección de la bibliografía del curso. En las primeras semanas, relacionando ideas, pensaba en voz alta en el bello libro de José Luis Rénique, Imaginar La Nación, que trata sobre cómo diversas celebridades peruanas descubrieron al Perú a través de sus viajes al interior del País. Entonces lo asocié con Paisajes Peruanos de José de la Riva Agüero, hermoso retrato de su descubrimiento del Perú Andino y sorpresivamente saltó la crítica de varios jóvenes por eso de ver a la sierra rural como si se tratase de un paisaje, que ese era un estereotipo limeño, que lo habían leído en un artículo de Víctor Vich. Y así, hubo que incluir el artículo de mi amigo Víctor Vich en la bibliografía del curso y debatirlo, naturalmente.

Y fue así como fuimos aprendiendo, pero, sobre todo, nos fuimos conociendo. Cuando vimos el documental sobre la vida rural antes de Velasco – un documental de la BNP producido por el GRFA- un joven huancavelicano señaló que sus abuelitos viven en un pueblo al interior de Huancavelica y que, salvo por el celular que utilizan, su vida no es muy distinta a lo que vio en el vídeo, sus compañeros y compañeras, le preguntaban con todo respeto e interés, el respondía con todo detalle.

El momento más emocionante del curso fue una sesión que les dije que quería dedicarla a la mujer, que me había dado cuenta que yo enseñaba solo historia de hombres, y no por machista, sino porque la bibliografía que tocaba casi no hablaba de mujeres. Les sugerí que eligiesen ellos mismos un material audiovisual para ver en clase y luego debatir juntos el tema. Así lo hicieron, escogieron Historia del Feminismo Peruano del programa Sucedió en el Perú que conduce Norma Martínez. Después de verlo, más que un debate, se produjo una catarsis.

El tema no fue la historia del Perú, ni la historia de las mujeres, sino cómo la mujeres experimentan la peruanidad, es decir, cómo vive una joven peruana la calle, y entonces nos contaron del acoso callejero, de los tocamientos, del miedo de caminar sola, de las obscenidades que les pueden gritar, mientras que, en el chat, sus compañeros se solidarizaban con ellas. Una joven nos contó que es mamá, una joven mamá peruana que lucha por sacar adelante a su hijo y a sus estudios. Después hablaron los chicos, salió el tema LGTBI, y lo difícil que era pertenecer a esa comunidad en el Perú y decirlo abiertamente.

Y fue así como estos jóvenes, porque no fui yo, convirtieron aquella sesión en una  versión peruana de la Utopía de Tomás Moro; un espacio virtual, aunque no imaginario, alternativo al Perú real, donde no importaba el color, el origen, el distrito, el barrio, el género, la orientación sexual y donde se cumplía el sueño republicano de la nación compuesta de ciudadanos solidarios, diversos, inclusivos e iguales ante la ley, que se quieren y se respetan profundamente.

Cuando me despedí de la clase , la dije a la joven cusqueña que invite a sus compañeros a su casa en Cusco, al acabar la cuarentena, y si es estancia rural mejor, y les dije también que si alguien tenía casa en Asia que se lleve de paseo a sus amigos del curso un fin de semana a la playa, porque nadie es malo, ni bueno, por donde nació, por lo que tiene o no tiene, ni por su color. 

Pregúntale su nombre primero a la mujer u hombre que tienes al frente y entonces seremos la ansiada República del Bicentenario.

*Para los jóvenes de la sección 0883 del curso de Historia del Perú: Presente y Memoria de la PUCP, semestre 2020-1


Escrito por

Daniel Parodi Revoredo

Máster en Humanidades por la Universidad Carlos III de Madrid, Historiador Docente en U. de Lima y PUCP. Opiniones personales


Publicado en

Palabras Esdrújulas

PALABRAS ESDRUJULAS por Daniel Parodi