GAMARRA
"No se trata de estar a favor o en contra del derecho al trabajo, y a la subsistencia, de los comerciantes informales y más aún en un contexto de pandemia. Se trata del orden y de la responsabilidad que como ciudadanos tenemos ante los demás ciudadanos y ante la sociedad en su conjunto"
La disyuntiva no es la que pensamos. No se trata de estar a favor o en contra del derecho al trabajo, y a la subsistencia, de los comerciantes informales y más aún en un contexto de pandemia. Se trata del orden y de la responsabilidad que como ciudadanos tenemos ante los demás ciudadanos y ante la sociedad en su conjunto. Si nos quedamos sólo en el "necesitan trabajar" entonces pronto seremos los líderes mundiales del #Covid19
En algunos mercados de provincias, los comerciantes se organizaron ellos mismos y de manera ejemplar. Sé que Gamarra es un emporio comercial gigantesco y que hablamos de los vendedores que trabajan, no en las galerías, sino en las calles; a esos mismos vendedores se les intentó empadronar y reubicar infinidad de veces y no quisieron; "más fácil es la calle de Gamarra, ahí está la gente", respondieron
Yo puedo comprender este último criterio que es práctico y comercial, pero si cada ciudadano va a imponer su propio criterio sobre el bien común, la anarquía está a la vuelta de la esquina, y me temo que en el país doblamos esa esquina hace mucho tiempo.
¡Qué cosa tan vacua, abstracta e insustancial parecería la virtud cívica del ciudadano, respetuoso del otro ciudadano, en medio de todo esto. Pero ese es precisamente el quid del asunto! El Perú informal, y es comprensible que así haya sido, se construyó durante el último medio siglo de vida independiente desde otros principios, ante el desborde popular más absoluto, y la consecuente incapacidad del Estado por satisfacer las demandas sociales.
Quizá sea llegado el tiempo de repensar en nuestras bases republicanas, comenzando por el principio de autoridad que sostiene el contrato social. Seguidamente, la educación pública y privada, y la pedagogía que las propias autoridades puedan ejercer, por duras que parezcan, como es el caso del alcalde de la Victoria George Forsyth, resultan absolutamente necesarias para colocar el bien común delante del particular, al mismo tiempo que proponiendo soluciones viables para la formalización y reubicación de los vendedores ambulantes.