EI DILEMA DE EVO
Someterse o no a la voluntad popular, ese es el dilema de Evo Morales
Por supuesto que los gobiernos sucesivos de Evo Morales tienen logros importantes, principalmente en materia socioeconómica, pero a mí no me gustó que, en 2016, a través de un referéndum constitucional, los bolivianos decidiesen que Morales no podía postular de nuevo en 2019 para que, a fines de 2017, el Tribunal Constitucional de Bolivia, copado por tribunos cercanos al régimen, lo habilitase para hacerlo.
Sobre el conteo de votos, su paralización 20 horas, y reinicio con los resultados invertidos, me recuerda mucho las elecciones de 2000 a las que el presidente-candidato Fujimori fue habilitado para participar por el Congreso, a través de una interpretación constitucional -la ley de interpretación auténtica de 1996- que sostenía que el 2000 AFF postularía recién por 2da vez, cuando ya lo había hecho en 1990 y 1995. Esto después de tirarse abajo, también en el Congreso, la convocatoria a referéndum que la población había logrado, tras reunir un millón de firmas para que la consulta popular se llevase a cabo. También recuerdo que, el día de las elecciones del año 2000, entre las cuatro de la tarde y ocho de la noche, los canales de señal abierta, todos controlados por la dictadura, dejaron de trasmitir las elecciones y reinstalaron su señal 4 horas después, cuando anunciaron que los resultados se habían invertido en favor de Fujimori.
Después de eso vinieron días en que proseguía el conteo por parte de organismos electorales absolutamente copados por la dictadura, y Fujimori cada vez se acercaba más al 50%, esto es a ganar en 1era vuelta, y entonces en el Paseo de la República una manifestación furiosa clamaba fraude electoral, al punto que el gobierno retrocedió y súbitamente bajó el % de Fujimori y sí hubo segunda vuelta, aunque con tan pocas garantías para el proceso que el candidato opositor, el ahora detenido por corrupción Alejandro Toledo, se retiró de la justa electoral. El resto de la historia es conocida, como Fujimori no obtuvo mayoría congresal, Montesinos comenzó a comprar congresistas hasta que, en septiembre de 2000, la difusión de un vladivideo en el que el asesor presidencial sobornaba al congresista Alberto Kouri para pasarse al fujimorismo, se tiró abajo a la dictadura. Luego vino Paniagua y la restitución del orden constitucional, aunque la corrupción, por desgracia, se quedó.
El caudillismo político es uno de los grandes males de América Latina y espero que, paulatinamente, vayamos pensando la política más en función de organizaciones, proyectos y equipos que en líderes con capacidad de arrastre electoral. El hecho de que Evo, y solo Evo, pueda tomar la posta de Evo en Bolivia nos señala cómo el populismo no ha pasado para nada de moda en la región; del mismo modo como en el Perú votamos por la K de Keiko y la PPK de Pedro Pablo Kuczynski; es decir, el nombre del candidato convertido en símbolo del partido.
Bolivia podrá no ser una república, sino un estado plurinacional. De hecho, el proyecto de Evo Morales es el único de la izquierda de la década pasada que no ha sido fallido, al contrario que Brasil, Venezuela y Argentina. Pero, como dijo José Martí, cuando el sufragio es ley, la revolución es el sufragio. En otras palabras, cualquier proyecto político que violenta la voluntad popular expresada en las urnas es una dictadura o se parece mucho a una; si ha de haber cambios en Bolivia es porque el pueblo, a través del voto, lo ha decidido así, y esa máxima irrenunciable se aplica también a Evo Morales. Téngase presente.