#ElPerúQueQueremos

labor del docente es fundamental, es el lado humano de la educación

YO TUVE UN MAESTRO ...

En torno al rol docente y su importancia 

Dedicado al profesor Gonzalo Echevarría, peruano entrañable, mestizo, maestro de español, de quechua y principalmente de la vida

Historiador Daniel Parodi Revoredo

Publicado: 2019-06-14


Ayer, la congresista Milagros Salazar señaló que los manuales escolares son importantísimos pues con ellos ya no era necesario el profesor. Me asaltan dos reflexiones. La primera, verdad de Perogrullo: la mayoría de nuestros representantes no tiene la mínima formación para sustentar sus intervenciones en ciencia, de alguna clase, pero ciencia, me refiero a teoría, conocimientos o desarrollos académicos sobre un tema específico. Entonces se colige que muchos, demasiados, de entre quienes redactan y aprueban nuestras leyes no están capacitados para hacerlo. Sé que es evidente pero ¿hemos reflexionado sobre la gravedad de esta constatación?

Sin embargo, debo reconocer que la postura de Milagros Salazar se expresa en un contexto determinado porque las TIC han puesto al debate la necesidad de un maestro e, inclusive, de un aula. Si hablamos de tecnología, una carrera puede estudiarse de manera virtual, como que ya existen programas de pre y postgrado con esas características. De lo que se trata es de la adquisición de conocimientos, resolver ejercicios, de rendir pruebas finales y de un profesor on-line para resolver inquietudes. Esta modalidad de enseñanza, desde ya, tiene una enorme ventaja: supone la posibilidad de maximizar las ganancias de los centros de enseñanza toda vez que ya no los limita el espacio físico del campus para sumarle más y más inscritos a sus programas.

No tuve notas sobresalientes en la escuela, de hecho, repetí tercero de media. No pensé decirlo alguna vez, pero si quieren señalarme por ello mi respuesta es que mi quinto libro ya está en imprenta, lo presentaremos en septiembre, así que búsquense otra cosa para molestar. Mi discutible performance en la escuela me ha dado algunas ventajas en mi labor docente: sé que un estudiante de bajo rendimiento e, inclusive, uno de mal comportamiento en el aula, no es por tales cosas una mala persona, al contrario, necesita ayuda. Es posible que arrastre algún problema de tiempo atrás o que tenga uno muy presente que no lo deje tranquilo.

Por eso he dicho en el aula: “si te dijeron que eres un mal alumno por tus bajas notas es mentira, te lo han hecho creer, posiblemente sin querer, tus profesores y hasta tus familiares, te han hecho asumir el rol de mal alumno pero no tiene por qué ser así” , “no les des el gusto, sácate buenas notas, muéstraselas a quienes no creían en tí. Orgulloso, enséñaselas a tus padres, pero principalmente hazlo por y para ti”, “jamás te digas que no puedes hacer algo, que no puedes con las matemáticas, es mejor que te digas que tienes que mejorar en esto o en aquello, y le dediques más tiempo, pero siempre optimistamente”.

Hay quienes piensan que la etapa formativa de la educación culmina con la secundaria, que la educación superior supone la adquisición de conocimientos; es decir, convertirte en competente en el ejercicio de una profesión. Pero resulta que este semestre tengo un alumno de 15 años en el primer semestre de su vida universitaria, y que la mayoría tiene entre 16 y 17. Estoy trabajando con adolescentes que atraviesan probablemente el tramo más difícil de sus vidas, aquel en el que decidirán quienes son y quienes serán ¿cómo erradicar el elemento formativo de este escenario?

Algunos estudiantes se acercan a conversar conmigo, sus problemas son de lo más diversas; a veces es solo confianza, están nerviosísimos ante el desafío universitario, otras veces la cuestión es vocacional, y otras como lo he señalado, es que arrastran una mala historia de rendimiento académico escolar y tienden a repetirla, a desempeñar el mismo rol.

Sé perfectamente que por un estudiante que ayudé a salir adelante, posiblemente se me hayan pasado diez a los que no pude ayudar, pero sé que cada semestre he ayudado a unos cuantos, mucho menos a aprender historia, que a creer en sí mismos, a valorar la carrera que tienen por delante, a comprender que dicha carrera será quizá su única aliada en un futuro cercano. Como negar la tecnología, todos usamos sus herramientas. Pero, al mismo tiempo, cómo no ver el enorme universo de las relaciones humanas que son, por definición, irreemplazables y lo son mucho más en la educación del hombre, de la mujer, del ciudadano del mañana, pues tiene que ver con lo que queremos ser como sociedad.   

Un futuro sin maestros será un futuro distópico, la vuelta a la selección natural, a la ley del más fuerte. Será, sin lugar a dudas, un mundo sin segundas oportunidades, sin afectos, ni utopías. Téngase presente, pues ya pasamos demasiado tiempo del día manipulando nuestro i phone.


Escrito por

Daniel Parodi Revoredo

Máster en Humanidades por la Universidad Carlos III de Madrid, Historiador Docente en U. de Lima y PUCP. Opiniones personales


Publicado en

Palabras Esdrújulas

PALABRAS ESDRUJULAS por Daniel Parodi