De España, sus disculpas
"De España nos llegó Cristo, pero también el patrón, El patrón igual que a Cristo, al negro crucificó"(Tondero, letra de César Calvo, música de Adolfo Zelada)
Lo que he sabido de México, recientemente, es que no ha podido transparentar la lucha contra la corrupción, en particular la de Odebrecht que también lo ha salpicado. De hecho, ya se han producido homicidios de autoridades que investigaban el tema, tal y como ha ocurrido en Colombia. A ese nivel, con todos nuestros bemoles, en el Perú estamos mejor.
También he sabido que AMLO es parte de la poca transparencia relativa a la investigación de estos temas que, como también sabemos, ha involucrado a las izquierdas latinoamericanas tanto o más que a sus centros y derechas. Por ese motivo, y también por su tenor, encuentro la demanda de AMLO a España básicamente populista.
Lo digo, además, porque, si de reconciliarse con el pasado se trata, las formas diplomáticas resultan fundamentales, tanto como abrir una mesa de negociación en la que se discuta y luego establezca mediante qué actos, gestos y palabras se podrían cerrar las heridas del pasado entre pueblos que en un tiempo, en este caso remoto, se vieron confrontados, pero que ya no lo están más.
Al respecto, quiero colocar en el debate dos cuestiones que en España no se manejan adecuadamente. La primera es la manera cómo su monarquía litiga por recuperar los tesoros marinos que, de cuando en cuando, se descubren en el fondo del océano, argumentando que provienen de territorios que fueron sus colonias. Es cierto que, en tiempos coloniales, España actuó como cualquier potencia colonial, es decir, extrayendo las riquezas de sus territorios ultramarinos para beneficiarse con ellas. Sin embargo, por un mínimo de consideración a la sensación de despojo que la colonización dejó en America Latina, debería la "Madre Patria", sin más, promover que dichos tesoros vuelvan a los países de donde fueron sustraídos. No hacerlo revela que no existe en España la mínima conciencia de que la colonización, aunque hay que juzgarla en su contexto, trajo consigo siglos durísimos para los nativos americanos.
Otro tema que debería matizar España es esa idea que coloquialmente se tiene de que trajeron la civilización allí donde no existía ninguna. Alguna vez un amigo español me hablaba de colocar un monumento a Francisco Pizarro en el Cusco, otro me dijo que el cajón - el instrumento musical- lo trajeron los marineros españoles, y otro más, que el vals El Rosario de mi Madre, de Mario Cavagnaro, y que interpreta magistralmente el cantaor flamenco "El duquende" era español.
No es una actitud deliberada, hay que decirlo, pero falta comprender en España que la colonización fue un proceso complejo y doloroso, lleno de explotación y sufrimiento humanos, tanto como es posible que, así como los suyos lo hicieron, haya aportes americanos que atravesaron el Atlántico para enriquecer su cultura. El matiz, sin duda, se cae de maduro: no podemos negar el mestizaje, el legado cultural y patrimonial hispano, ni mucho menos la lengua en la que estas líneas se escriben.
En fin, una vez más, se trata de los gestos que faltan, y que cuestan porque las naciones, como las personas, tendemos a ser muy orgullosas. Pero en todo caso, si se quiere trabajar en serio una gestión del pasado entre España y América, les he dejado unas pistas.
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