Pesadilla en Rospigliosi Street
En Rospigliosi Street los roles se invierten, el fujimorismo y el alanismo son fuerzas políticas democráticas e institucionales amenazadas por un dictador malvado que ha tomado al país por asalto
Hay quienes, al quedarse dormidos, son súbitamente subsumidos en un mundo terrorífico al mismo tiempo que carnavalesco. En este los roles se invierten, el fujimorismo y el alanismo son fuerzas políticas democráticas e institucionales amenazadas por un dictador malvado que ha tomado al país por asalto. Pero la pesadilla descrita es solo la negación delirante que funge de mecanismo de defensa para los adláteres, voceros o coludidos con Fuerza Popular y con todo lo que se difumina a su alrededor.
Absorta, la población ha escuchado audios que nos demostraron lo que sospechábamos: que había no pocos jueces y fiscales corruptos en nuestro sistema judicial. Pero también supimos lo que ignorábamos: aparentemente (prefiero esperar sentencias) dichos jueces y fiscales, hacia abajo, estarían coludidos con mafias deleznables vinculadas con el narcotráfico y, hacia arriba, con políticos fujimoristas como Héctor Becerril y la misma Keiko Fujimori, lo último de acuerdo con la confesión sincera de Antonio Camayo, sí, el de Iza Motors.
Ante este escenario, el gobierno del Presidente Martín Vizcarra ha evaluado la situación y ha decidido cortar el mal por lo sano, o, al menos, comenzar el camino de la limpieza y la sanación de un país atravesado transversalmente por la corrupción. Sus medios para lograrlo: reformar por completo el Consejo Nacional de la Magistratura para evitar que supuestamente diversas tiendas políticas pudiesen tener letrados ad doc en el Poder Judicial y la Fiscalía de la Nación. Adjunto a ello, fiscalizar que con dinero sucio no se financie a bandas criminales disfrazadas de partidos políticos. Dos candados fundamentales a los que se suma, y pagarán algunos justos por pecadores, la no reelección de congresistas. Pero la casa, esta vez, hay que limpiarla completa o no terminaremos de limpiarla nunca.
En simultáneo, el fujialanismo congresal mueve sus piezas de la única manera que conoce y que puede, es decir obstruyendo, disparando, torpedeando, a veces a través de voces y plumas que, otrora, le ofrecieron sensatez a la nación y que sabe Dios qué diablos les habrá pasado, ese es el terreno de la especulación que, en todo caso, tiene más de realidad que la pesadilla que nos quieren vender.
No pueden hacer más por una sencilla razón: perder a sus probables leales funcionarios en la Fiscalía y el Poder Judicial es la muerte para ellos; están aterrados, no se imaginaron tan cerca el brazo de la justicia. Keiko está encarcelada y está bien, hay que decirlo: no es solo el financiamiento de una campaña, es también la obstrucción de la justicia y la presunta dirección de una organización delictiva. Lo afirmaremos cuando haya sentencia firme pero si Jaime Yoshiyama se fue a Miami ¿por qué KEiko no haría lo mismo?
Esta moneda, como todas, tienes sus dos caras, aunque la otra no es la pesadilla que nos quieren vender quienes no han terminado de comprender que los peruanos, de todos los sectores sociales, ya nos dimos cuenta hace rato de cómo son las cosas, y estamos atentísimos a lo que pasa y detectamos de inmediato cada trampa, cada jugarreta, cada maniobra, como la eliminación de la cuestión de confianza y la inclusión de la reelección congresal camufladas bajo el proyecto de ley de la bicameralidad. ¿Por qué tendría el presidente Vizcarra que negociar en esos términos? ¿Por qué tendría que conceder al fujialanismo precisamente el resguardo constitucional que ampara y protege al mandatario en tiempos de fundamentales reformas moralizadoras?
Pero la otra cara está, seamos justos, ¿qué pasa con la Sra. Villarán, con Graña y Cía? ¿por qué no se sabe nada? Ese es un cabo suelto y por ello es pertinente la coordinación entre los fiscales para lograr cierta homogeneidad en los tratamientos y los plazos. Fiscales como José Domingo Pérez y jueces como Richard Concepción Carhuancho que con sus actos le han dicho al país, y también al presidente, que la Justicia es la habitación desde la cual se debe comenzar a limpiar la casa de una república que espera albergar a la esperanza y la honestidad ad portas de su bicentenario.
P.d. Rospigliosi en referencia al castillo de Lince, fantasía medioeval de una Lima inefable y mis recuerdos de Pocho, el periodista deportivo, hombre bueno, correcto y querido hasta el final.