Wagner, el nuevo desafío
"Martín Vizcarra recurre a WAGNER para que dirija la Comisión de Reforma del Sistema Judicial porque no hay nadie a quien la nación pondere tan enérgico, eficiente e intachable como a él"
El embajador Allan Wagner Tizón acaba de ser designado Presidente de la Comisión de Reforma del Sistema Judicial, difícil encargo por lo que he querido compartir algunos hitos sustantivos de su trayectoria. En un reciente artículo he señalado que la cultura política peruana relaciona a la sociedad con el Estado a través de diversas modalidades de malas prácticas que remiten, en todos los casos, a la corrupción. Luego, la corrupción ha flagelado a todos los gobiernos de la historia del Perú republicano y virreinal.
Sin embargo, deslizar la idea de que un funcionario público es corrupto, o carece de catadura moral por haber servido al Estado durante este o aquel gobierno, nos dirige derecho hacia el profundo abismo que separa a la falacia de la razón. Tengo conocidos que han trabajado para el Estado en las décadas de los ochentas, de los noventas, en la década milenio y la actual. En todos esos gobiernos hubo escándalos de corrupción ¿pero esto mella necesariamente la legitimidad y prestigio de aquellos, como servidores leales del país, cómo hombres que, en medio de la crisis moral que ha inundado siempre nuestro espacio público, se caracterizaron por la vocación de servir a su país, a su comunidad?
Uno de esos hombres -que no abundan- es ciertamente el embajador Allan Wagner Tizón, de trayectoria no solo intachable sino exitosa al punto de obtener para el Perú, en tanto que Agente del Perú en La Haya, la única victoria que hizo engrandecer el área geográfica de nuestro país. Pero no se trata solo de eso, Wagner es de esos estadistas cuya catadura moral lo coloca por encima de partidos y guerras entre barras bravas en los que ha devenido nuestro debate político. De hecho, si una postura se le ha conocido a este destacado diplomático esta no es otra más que la defensa del constitucionalismo y de las instituciones democráticas.
Por eso lo convocó Alan García para que ejerza la cartera de Relaciones Exteriores en 1985, e hizo lo mismo Alejandro Toledo en 2002, luego fue elegido Secretario General de la Comunidad Andina de Naciones en 2004. En 2008, en su segundo mandato, el mismo García lo nombró Agente del Perú ante la Corte Internacional de Justicia en la demanda que nuestro Estado le interpuso a Chile en sus fueros, por la delimitación marítima.
Y resulta que como la sede de dicha corte queda en La Haya, Holanda, entonces se le designó Embajador en los Países Bajos también en 2008, con la finalidad de que pudiese ocuparse del litigio y de organizar al equipo peruano, tarea que apenas comenzó con la elección de los recordados especialistas internacionales que nos defendieron, tareas cuyas meticulosidades son, de tal detalle, que estas líneas se quedan cortas para explicar siquiera alguna.
Tal consenso existía alrededor del Agente Wagner, que, en 2011, el flamante presidente Ollanta Humala, le renovó la confianza para que siguiese al frente de la causa peruana en la Corte Internacional de Justicia, la que se iluminó de victoria con el fallo del 27 de enero de 2014. Y será por todo eso que otro presidente más, en este caso Martín Vizcarra, hoy lo convoca para que dirija una comisión para reformar nuestro sistema de justicia, quizá porque no hay nadie a quien la nación pondere tan enérgico, eficiente e intachable como Allan Wagner, en momentos en los que, precisamente, ya casi no sabemos dónde encontrar un haz de luz que nos señale la salida al entrampamiento político-moral que sacude a la patria.
Por eso mis parabienes al embajador Allan Wagner, del éxito de la nueva misión que se le ha encomendado depende gran parte de la posibilidad de iniciar el camino hacía un Perú más limpio y justo para las generaciones venideras.