ya acabó su novela

LA RELIGIÓN DEBE MANTENERSE EN LA ESFERA PRIVADA 

CIVIL Y ECLESIÁSTICO

“Tus dogmas, tus ideas, tus prejuicios, dentro de tu Iglesia nomás, dentro de tu casa nomás, porque a ti nadie de afuera te dice qué hacer…”

Publicado: 2016-10-02


El Humanismo de los siglos XV y XVI le arrebató a la Iglesia su monopolio sobre la ciencia no sin que antes Galileo tuviese que retractarse ante la Inquisición. En el XVIII los racionalistas ilustra­dos alejaron definitivamente la ‘ra­zón de estado’ de cualquier precepto religioso: todo debía ser demostra­ble y apuntar hacia el progreso a tra­vés del método científico.

Ya entonces los fueros civil y ecle­siástico estaban totalmente separados comprendiéndose que al primero le co­rrespondía el gobierno de la sociedad y al segundo la salvación de las almas. Debido a esa separación, aunque soy activista proderechos de la mujer, no participaría de ninguna acción para que la Iglesia católica o tantas otras permi­tiesen mujeres sacerdotisas ni para que la ICAR elimine el enajenante celiba­to sacerdotal. Mi motivo es muy sen­cillo: no soy socio del club.

Mi punto es que las congregacio­nes religiosas son foros privados con sus propias reglas aceptadas por sus miembros, y es a ellos, y no a mí, a quie­nes les corresponde modificarlas. De allí que me encanta que el papa Fran­cisco esté a la vanguardia de una se­rie de reformas modernizadoras de la ICAR: a él sí le toca porque es el mandamás del Vaticano.

Por desgracia, no ocurre lo mismo en el caso opuesto. Los feligreses de congregaciones religiosas sí se sien­ten con el derecho de enseñarle “el bien y el mal” a los civiles y de pre­sionar las políticas públicas del Esta­do. El caso de la unión civil es para­digmático: “los gais con sus cosas, en su casa y en su cama, nada más”, le he escuchado decir a muchas personas que expresan así la más cavernícola versión de nuestra peruanísima ‘ho­mofobia popular’ que encuentra en las declaraciones sabatinas del car­denal Cipriani abundante combusti­ble para inflamar sus llamas.

A ellos les respondería así: tus dog­mas, tus ideas, tus prejuicios, dentro de tu Iglesia nomás, dentro de tu casa nomás, porque a ti nadie de afuera te dice qué hacer. Si la alianza matri­monial en tu religión es solo hetero­sexual, amén, no tengo problemas, pero déjanos a los civiles manejar la esfera pública sobre la base de la laicidad del Estado, pues hace más de quinientos años el gobierno civil se separó de la religión. Practica tu fe, compártela sin imponer y deja de inmiscuirte en la vida de los demás: los demás no se están inmiscuyen­do en la tuya.

Publicado hoy en Diario Exitosa 

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@parodirevoredo


Escrito por

Daniel Parodi Revoredo

Máster en Humanidades por la Universidad Carlos III de Madrid, Historiador Docente en U. de Lima y PUCP. Opiniones personales


Publicado en

Palabras Esdrújulas

PALABRAS ESDRUJULAS por Daniel Parodi