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no permitamos que nos pase de nuevo

Dualidad Peruana

El mayor misterio de Keiko es hasta cuando le quedarán bien los ropajes democráticos que desde ya luce apretados

Publicado: 2016-05-22

Quizá recogiendo algunas ideas del nihilismo de Friedrich Nietzsche y otras de nuestros tiempos de aceleración tecnológica, el ensayista alemán Andreas Huyssen propone que el pasado es el lugar más seguro para el hombre, toda vez que el presente, a través de la innovación, se modifica día a día y las grandes utopías sobre el futuro han sido dramáticamente reemplazadas por la incertidumbre. Me pregunto, si, como diría Nietzche, en el Perú contemporáneo hemos renunciado al superhombre y si, como sostiene el catalán Manuel Cruz, nuestro presente no es otra cosa más que una modalidad levemente modificada de nuestro pasado. En efecto, desde su origen republicano, la política peruana se ha reducido siempre a la misma dualidad. 

Me sucedió con el dichoso debate entre liberales y conservadores que animó la política peruana al menos hasta mediados del siglo XIX. Estudié el tema en las aulas universitarias pero no le di la menor importancia porque me pareció cosa de superestructuras –muy a lo Marx- y que nada relevante subyacía tras aquel. Me equivoqué, en dicha discusión debía resolverse lo que queríamos o debíamos ser: si dictadura o democracia, si caudillistas o institucionales, si dados al poder ejecutivo o al equilibrio de poderes, si paternalistas u horizontales, si clientelistas o cívicos, etc. No son, en realidad, tantas dualidades como parecen. Es una sola, la peruana, y es la misma que enfrentamos hoy.

No es casual que el primer proyecto republicano de nuestra República no lo encontremos en los años de su fundación sino en el Primer Civilismo, el de Manuel Pardo, con todas sus limitaciones y sesgo aristocrático, solo superado por el de su delfín, José, durante la República Aristocrática. Luego, de republicanismo nada: Leguía modernizó desde el autoritarismo; cualquier proyecto democratizante del PAP y de AP fue obturado por las fuerzas armadas y lo mismo sucedió desde el 5 de abril de 1992, por más que la crisis y el terrorismo les sirvan a algunos de pretexto. El tema es que el debate no se resolvió ni en un sentido ni en el otro.

Pero un elemento que le falta a este análisis es el matiz, pues ni nuestras pocas democracias fueron completamente democráticas, ni nuestras muchas dictaduras fueron completamente dictatoriales. Aunque sea como pretexto, el tema es que, con la excepción de Velasco, todos los militarismos, desde la fundación republicana hasta Fujimori, se tomaron el trabajo de instalar congresos y todas nuestras democracias presentan evidentes rasgos asistenciales y clientelistas porque de esta manera definen su voto la mayoría de los peruanos. Más que de absolutos, hablamos entonces de tendencias: o predomina la democracia o predomina el autoritarismo y tan pernicioso vaivén es, al final de cuentas, nuestra verdadera elección.

En el esquema propuesto PPK, qué duda cabe, nos ofrece una democracia que fusiona el liberalismo económico con el inevitable clientelismo, mientras que Keiko abandera un arraigado asistencialismo popular, cuyo mayor misterio es hasta cuando le quedarán bien los ropajes democráticos que desde ya luce apretados.

El menú está sobre la mesa, es hora de que rompamos definitivamente la vieja ‘dualidad peruana’ para afianzarnos en el camino de la República, el constitucionalismo y el Estado de derecho.

@parodirevoredo


Escrito por

Daniel Parodi Revoredo

Máster en Humanidades por la Universidad Carlos III de Madrid, Historiador Docente en U. de Lima y PUCP. Opiniones personales


Publicado en

Palabras Esdrújulas

PALABRAS ESDRUJULAS por Daniel Parodi