#ElPerúQueQueremos

nadie con su catadura moral

#HayasiguesiendoelJefe

Dejen de destruir al APRA, dejen de matarla, que el cadáver, como diría Vallejo, no seguirá muriendo eternamente

Publicado: 2017-01-28

Una suma de acontecimientos hicieron que me volviese aprista a los 13 años: el principal, la lectura de “Haya de la Torre y el APRA” de Luis Alberto Sánchez en 1980. Cómo no sucumbir ante su pluma siendo apenas un púber; para mí ese libro fue como los comics que leían algunos compañeros de aula, o como los grandes ídolos del rock que escuchaban otros. Para mi lo fueron Haya, Sánchez, Seoane, Heysen, Prialé, Meneses, Armando, el “loco” de las Casas, el Búfalo Barreto etc.  

La pluma de Sánchez me sedujo por completo y les dio vida a estos personajes en un escenario básicamente épico, como en una película de aventura en la que los buenos corren siempre peligro, en la que el protagonista es perseguido por enemigos implacables que quieren acabar con su vida; donde él héroe es un cúmulo de virtudes que ya casi trascienden lo humano pues no se equivoca jamás.

Hoy me queda claro que la pluma de Sánchez, como la del buen literato –y más si es político- sublimaba la historia al hacerla relato para alcanzar una narración perfecta, exacta, en la que los aciertos del héroe no le dejan cabida al error. Pero también me queda claro que si ese relato fue posible es porque la historia, los acontecimientos a ser narrados, poseían un sustrato de verdad que favorecía la verosimilitud del texto.

Sí es verdad que esos apristas de las primeras generaciones pasaron las de Caín por luchar por la democracia y la justicia social, sí es cierto que hubo un Armando estructuralmente revolucionario que a los 18 años se lanzó a capturar, junto con otros apristas más, el cuartel Barbones para iniciar una revolución popular contra la dictadura de Benavides, sí es cierto que en 1932 miles de apristas se levantaron contra el dictador Sánchez Cerro en Trujillo, y luego en Cajamarca y el callejón de Huaylas, con un saldo de miles de compañeros fusilados.

A Haya sus enemigos lo atacaron mucho por supuestos “virajes ideológicos” lo que es discutible por varias cosas, la principal porque Haya desde temprano tuvo la virtud de la historicidad; es decir, comprendió que lo que funciona hoy, no tendrá ningún sentido dentro de cincuenta años o quizá menos y, en tal sentido, se adelantó a una época en la que estructuralistas proponían que la sociedad no cambia y marxistas pensaban que el camino de la humanidad culminaría necesariamente en la utopía comunista. Unos y otros se equivocaron allí donde Haya acertó. ¿No es cierto acaso que hasta hoy Indoamérica necesita los capitales y la tecnología del Imperialismo para desarrollarse?

Pero lo que nadie le mezquinó nunca a Haya de la Torre fueron, no solo su honestidad, sino su austeridad, su desdén por el dinero, la prístina realidad de que en sus primeros exilios le escribía a los demás líderes del APRA –esos que cabían en un sofá- como Rómulo Meneses a quien le enviaba artículos periodísticos para que los ofrezca a diarios paceños (Meneses estaba exiliado en Bolivia) por 10 dólares, y luego, en una siguiente carta, regatear el precio de su colaboración a 5 dólares porque su situación económica era insostenible. Él, el líder político más importante de América Latina, el mismo que le escribió a Sánchez desde Alemania diciéndole que la próxima vez le enviase dinero para el timbre postal pues responderle le había costado el desayuno de esa mañana; él, el hombre al que todos querían leer en el Nuevo Mundo, mendigaba sus artículos para poder llevarse un pan a la boca.

Podría perderme en ejemplos como este, que acompañaron a Haya hasta sus últimos días. Pero la idea central que quiero expresar es que Víctor Raúl fue, en primer lugar, un líder moral, un líder cívico, un líder republicano; un líder que con su ejemplo quería trasmitirle a los peruanos la vocación ciudadana y democrática del servicio público en beneficio del pueblo. Y es por esa misma razón y por esos mismos ideales que yo sigo siendo aprista y le escribo al pueblo aprista para conversarle sobre las profundas razones que explican nuestra existencia; razones que hoy están traicionando flagrantemente quienes conducen al APRA y cuyos nombres no voy a mencionar porque estoy cansado de tanta maña y tanta jugarreta; de tanta “hábil maniobra” de las que todos se dan cuenta y de las que la mayoría de compañeros estamos simplemente hastiados.

Quiero terminar señalando que estas líneas no persiguen la finalidad de apoyar a ningún candidato a la Secretaria General del APRA; lo que pretendo es ir más allá, es decirle a los que mandan, y que hace 3 años debían haber dejado de mandar, que dejen de destruir al APRA, que dejen de matarla, que el cadáver, como diría Vallejo, no seguirá muriendo eternamente; déjenla ir, devuélvansela a la militancia, al pueblo, que este con su sabiduría sabrá escoger líderes nuevos y enrumbarla de nuevo por los honestos caminos de Víctor Raúl Haya de la Torre. No insistan más, Haya siempre seguirá siendo el Jefe, porque solo él tiene la catadura moral para serlo.

#HayasiguesiendoelJefe


Escrito por

Daniel Parodi Revoredo

Máster en Humanidades por la Universidad Carlos III de Madrid, Historiador Docente en U. de Lima y PUCP. Opiniones personales


Publicado en

Palabras Esdrújulas

PALABRAS ESDRUJULAS por Daniel Parodi